jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras (FFAA), Roosevelt Hernández, ordenó el desarme de los oficiales de las promociones 28, 29 y 30

DAVID FERNANDO RAUDALES
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 El 3 de abril de 2025, se reportó que el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras (FFAA), Roosevelt Hernández, ordenó el desarme de los oficiales de las promociones 28, 29 y 30, lo que ha generado especulaciones y preocupación en diversos sectores. Según una circular emitida por Hernández, se solicitó a estos oficiales entregar sus armas de reglamento (pistolas y carabinas) al Comando de Apoyo Logístico de las Fuerzas Armadas (CALFFAA). Esta medida, que no fue acompañada de una explicación detallada en el momento de su anuncio, ha desatado rumores sobre posibles tensiones internas en la institución militar y temores de un "golpe de barracas", un término que en Honduras se refiere a una sublevación o insubordinación dentro de las propias fuerzas armadas.

Hernández justificó posteriormente esta acción afirmando que se trata de una reasignación de armamento, destinada a priorizar a los oficiales que desempeñan funciones operativas. Sin embargo, la falta de transparencia inicial y el contexto político del país —marcado por controversias previas envolvendo al general, como su apoyo a la Ley de Justicia Tributaria en 2024 y acusaciones de intimidación a medios de comunicación en febrero de 2025— han alimentado las sospechas. Algunos analistas y sectores de la sociedad interpretan esta decisión como una señal de desconfianza hacia ciertos grupos dentro de las FFAA, posiblemente ante el temor de una rebelión interna debido a descontento con su liderazgo.
Por otro lado, no hay evidencia concreta que confirme que Hernández esté planeando o enfrentando un golpe de barracas. Las especulaciones se basan en la percepción de su gestión, criticada por algunos como autoritaria, y en el historial de inestabilidad política en Honduras, incluyendo el golpe de Estado de 2009. Hasta el momento, las declaraciones oficiales buscan desmentir cualquier intención de crisis, pero el ambiente de incertidumbre persiste. ¿Pretende un golpe de barracas? No hay datos definitivos que lo prueben; la interpretación depende del lente con que se mire: una medida administrativa para algunos, un signo de debilidad o control para otros.

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