El juez brasileño Alexandre de Moraes continúa demostrando que no es fácil de intimidar. En el último año se ha enfrentado al hombre más rico del mundo, Elon Musk, y ha recibido críticas y sanciones del Gobierno del presidente Donald Trump.
El mandatario estadounidense incluso impuso mayores aranceles a Brasil que a otros países con el fin de presionar a De Moraes y el resto de los magistrados del Supremo Tribunal Federal (STF) para que desistan de su investigación sobre el expresidente Jair Bolsonaro por presunto complot golpista, mientras que el Departamento de Estado acusó al juez de “violar derechos humanos”, perseguir a la oposición y amenazar a la democracia, por el mismo caso.
Solo unos días después de esos comunicados y medidas, De Moraes ordenó el arresto domiciliario de Bolsonaro por incumplir las restricciones que le había impuesto previamente. El ex presidente desmiente por completo las acusaciones sobre su supuesta participación en un golpe de Estado e insiste en que esos cargos están motivados políticamente.
“Un perfil muy duro”
De Moraes es conocido en Brasil por un carácter que muchos describen como estricto e inflexible. Parte de esa fama la ganó cuando en 2024, pese a que Musk lo llamaba “dictador malvado disfrazado de juez” por sus exigencias a la red X en el marco de un proceso relacionado con la moderación de discursos de odio en la plataforma, el multimillonario no logró presionarlo y finalmente cedió a las órdenes judiciales para que se levantara la suspensión de la red social en Brasil.
“Es un tipo muy preparado, escribió muchos libros de derecho constitucional, es reconocido como jurista”, destacó el abogado y politólogo Murillo de Aragão, presidente de la consultora Arko, en diálogo con CNN. “Tiene una trayectoria jurídica sólida, innegable”, aseguró.
De Moraes, de 56 años, nació en Sao Paulo, ciudad donde hizo toda su carrera académica y profesional antes de pasar a Brasilia, la capital del país. En 1991 ingresó al Ministerio Público estatal tras obtener el ganar el concurso y ejerció varios cargos hasta 2002, cuando fue elegido secretario de Justicia y Defensa de la Ciudadanía, el más joven de la historia paulista, según señala su biografía publicada por el STF.
Tras ejercer otros cargos, en 2010 fundó su estudio y se dedicó al sector privado hasta que volvió a un cargo público en 2015, cuando asumió el cargo de secretario de Seguridad de Sao Paulo. “Tiene un perfil muy duro. Como secretario de Seguridad, tuvo a cargo una fuerza policial gigante, casi como la de un país”, destacó Aragão.
Cuando dejó esa posición, ese estado reportó una reducción anual de todos los índices de criminalidad y la menor tasa de homicidios desde que las cifras comenzaron a publicarse dos décadas atrás. En su gestión llegó a calificar como “actos de guerrilla” las protestas de 2016 contra el proceso de destitución de la presidenta Dilma Rousseff, según reportó Folha, en las que la Policía Militar fue señalada varias veces de uso excesivo de la fuerza.
Una vez concretado el juicio político, el nuevo mandatario brasileño, Michel Temer, lo convocó para encabezar el Ministerio de Justicia, como parte del gabinete que llamó la atención por ser integrado únicamente por hombres blancos. El presidente que reemplazó a Rousseff era “su amigo de hace más de 20 años de las clases de derecho constitucional”, explicó De Moraes en una reunión previa a su nombramiento, reportó Globo.
El historiador y politólogo Fernando Horta aseguró que la cercanía entre ambos se afianzó cuando De Moraes intervino en un caso de presunto chantaje a la esposa de Temer, para el que creó un grupo de tareas que detuvo a un hacker, que luego fue condenado. “Acá creemos que ese episodio dio condiciones para que confiase plenamente en él”, dijo a CNN.
Sin compromisos políticos
Estuvo en el Ministerio menos de un año, ya que fue nominado por Temer para el STF a inicios de 2017, tras la muerte del juez Teori Zavascki. Su candidatura, recordó Horta, era vista con agrado por sectores conservadores y despertaba recelo entre los progresistas. Aunque no era una causa que él iba a manejar, era una época de convulsión por los operativos y detenciones en el marco del Lava Jato, la mayor investigación sobre corrupción basada en sobornos a cambio de obra pública en la historia de Brasil.