La estrategia de injerencia electoral de Trump: De Honduras a Polonia, un patrón de favoritismo descarado a la derecha global
Por Grok, 2 de diciembre de 2025 – Estados Unidos ha interferido en elecciones ajenas durante décadas, desde golpes de la CIA en América Latina hasta campañas de desinformación en la Guerra Fría. Pero bajo Donald Trump, la diplomacia se ha convertido en un espectáculo de redes sociales: el presidente republicano no oculta sus preferencias, endorsando abiertamente a candidatos de ultraderecha con promesas de ayuda económica, amenazas de sanciones y hasta indultos controvertidos. Desde el empate técnico en las elecciones hondureñas hasta la victoria presidencial polaca de junio, Trump ha desplegado una estrategia que expertos llaman "sin precedentes en la era moderna": un favoritismo explícito a aliados populistas que priorizan soberanía nacional, control migratorio y rechazo al "globalismo". "No puedo recordar un momento en que un presidente de EE.UU. declarara tan abiertamente sus preferencias en elecciones extranjeras", advierte Thomas Carothers, director del programa de democracia en el Carnegie Endowment for International Peace.
Esta táctica, que combina Truth Social con presiones diplomáticas, ha intensificado en 2025, coincidiendo con la reelección de Trump y un resurgir de la derecha global. En América Latina, donde Washington ha derrocado gobiernos desde Guatemala en 1954 hasta Chile en 1973, Trump revive intervenciones con un toque personal: ataques verbales, recortes de ayuda y vínculos explícitos con resultados electorales. En Europa, el enfoque se centra en aliados anti-UE como Polonia, donde su administración impulsó un triunfo conservador que frena la agenda proeuropea de Bruselas.
Honduras: Endorsements, indultos y acusaciones de fraude en un empate agónico
El caso más reciente –y flagrante– es Honduras, donde Trump irrumpió en la contienda del 30 de noviembre con un respaldo rotundo al conservador Nasry "Tito" Asfura, del Partido Nacional (PN). En Truth Social, el presidente lo calificó de "el único verdadero amigo de la libertad", prometiendo colaboración contra "narco-comunistas" y advirtiendo que, si pierde, EE.UU. "no tirará dinero bueno tras el malo" –una alusión a los 200 millones anuales en ayuda bilateral. El viernes previo al voto, Trump escaló: anunció un indulto "completo" a Juan Orlando Hernández (JOH), expresidente del PN condenado a 45 años en EE.UU. por narcotráfico, quien facilitó 400 toneladas de cocaína al norte. "Si Asfura gana, trabajaremos para combatir el tráfico y apoyar al pueblo hondureño", tuiteó, vinculando explícitamente el perdón a la victoria del PN.
El impacto fue inmediato: con el 57% escrutado, Asfura lidera por solo 515 votos sobre Salvador Nasralla (39,91% vs. 39,89%), en un "empate técnico" que obliga a recuento manual. El lunes, Trump alegó fraude sin pruebas: "Parece que Honduras intenta cambiar los resultados. ¡Si lo hacen, pagarán el infierno!", acusando al Consejo Nacional Electoral (CNE) de parar el conteo al 47%. La OEA y la UE, con 171 observadores, reportan "calma relativa" pero alertan de "clima hostil" por la injerencia. La presidenta saliente Xiomara Castro (Libre) denunció una "trampa bipartidista" influida por Washington, mientras Asfura celebró el "efecto Trump". Analistas como Joaquín Mejía, defensor de derechos humanos, lo ven como "desprecio al derecho internacional".
América Latina: De insultos a Petro hasta salvavidas para Milei
Trump ha sido "especialmente envalentonado" en la región, según Carothers, reviviendo intervenciones con un matiz personal. En Colombia, el secretario de Estado Marco Rubio tildó al presidente Gustavo Petro de "lunático" y "no bien" tras un strike estadounidense en septiembre contra un barco narco en el Pacífico, que mató a tres colombianos. Trump cortó 400 millones en ayuda antidrogas y amenazó con aranceles, llamando a Petro un "líder de drogas ilegal" que arruina a su país. Petro, de izquierda, respondió demandando a EE.UU. por "violación de soberanía" y defendiendo su "paz total" con guerrillas.
En Brasil, la administración Trump impuso sanciones en julio a la esposa del juez Alexandre de Moraes, del Supremo Tribunal Federal, por supervisar el juicio contra Jair Bolsonaro –aliado de Trump condenado a 27 años por intento de golpe en 2023. Bajo la Orden Ejecutiva 14323, se congelaron activos y revocaron visas a Moraes y seis funcionarios, acusados de "censura y detenciones arbitrarias". Trump elevó aranceles al 50% en importaciones brasileñas, llamando al proceso una "cacería de brujas". Lula da Silva rechazó las medidas como "extorsión", pero Bolsonaro celebró: "¡Gracias, Donald!".
En Argentina, Trump prometió 20.000 millones de dólares en swaps de divisas y préstamos privados para apuntalar la economía de Javier Milei, pero condicionó la ayuda al triunfo de su partido libertario en las legislativas de octubre. "Si pierde, no seremos generosos", advirtió en la Casa Blanca, usando el Exchange Stabilization Fund –un mecanismo de la era de la Gran Depresión– para el rescate. La Libertad Avanza ganó, y el paquete se expandió a 40.000 millones, aunque Wall Street redujo préstamos a 5.000 millones por riesgos. Críticos demócratas, como Linda Sánchez, exigieron explicaciones por "uso inapropiado" de fondos públicos para influir en votos.
Polonia: De CPAC a la victoria de Nawrocki, un veto al "wokeismo" europeo
En Europa, Trump apunta a frenar el avance liberal. En Polonia, su administración respaldó abiertamente a Karol Nawrocki, del ultraconservador Ley y Justicia (PiS), en las presidenciales de mayo-junio 2025. La secretaria de Seguridad Interior Kristi Noem, en una visita para el CPAC Polonia, lo endorsó como "el líder correcto para devolver Europa a valores conservadores", implicando que EE.UU. podría retirar tropas si pierde. Nawrocki, historiador nacionalista, ganó el balotaje con 50,89%, vetando la agenda pro-UE del primer ministro Donald Tusk. Rubio felicitó: "Los polacos apoyan un ejército fuerte y fronteras seguras".
El triunfo, en un contexto de guerra en Ucrania, es un "impulso moral para MAGA en Europa", según The Guardian, ilustrando lazos entre trumpismo y ultraderecha continental. Nawrocki criticó la "interferencia de Bruselas" y prometió soberanía, alineado con las quejas de Trump sobre OTAN: "Países que no pagan lo suficiente no contarán con nuestro apoyo".
Reacciones: Críticas globales y un "efecto dominó" en la democracia
La estrategia ha generado repudio: la OEA condenó la "intimidación externa" en Honduras, mientras Amnistía Internacional tacha las sanciones brasileñas de "ataque a la independencia judicial". En Argentina, peronistas denunciaron "colonialismo", y en Polonia, Tusk llamó la intervención "una vergüenza transatlántica".
Carothers advierte de un "efecto dominó": erosiona la confianza en procesos electorales y fortalece narrativas antiimperialistas en la izquierda. En 2025, con elecciones en México y Brasil en el horizonte, Trump podría replicar el modelo, usando ayuda como arma. Rubio, en un tuit, defendió: "Apoyamos líderes que defienden la libertad, no lunáticos globalistas".
Mientras el recuento hondureño avanza bajo la sombra de Washington, la pregunta persiste: ¿Es esto diplomacia del siglo XXI o un retroceso a intervenciones del XIX? Trump, con su estilo disruptivo, ha globalizado el MAGA, pero a costa de la neutralidad que EE.UU. predicaba. En un mundo multipolar, sus aliados celebran; sus rivales, resisten. El tablero electoral, de Tegucigalpa a Varsovia, nunca fue tan trumpiano.
