Fiona Rugg, hija menor de John Smyth—considerado el abusador en serie más prolífico ligado a la Iglesia de Inglaterra—reveló que descubrir la magnitud de los ataques de su padre a unos 130 niños fue "impactante y horrible", un trauma que persiste pese al paso del tiempo. Smyth, abogado evangélico y presidente de una organización cristiana, falleció en 2018 en Sudáfrica sin enfrentar justicia, tras abusar físicamente y sexualmente a menores en campamentos de la Iwerne Trust entre finales de los 70 y principios de los 80, justificando vejaciones extremas como "disciplina espiritual" por pecados como el orgullo o la masturbación.
Escala de los Abusos
Smyth sometió a ocho niños a más de 14.000 golpes con varas en su casa cerca de Winchester, causando traumas físicos, sexuales, psicológicos y espirituales de por vida; una investigación interna de 1982 lo describió como "prolífico, brutal y horrendo", pero líderes anglicanos facilitaron su huida a Zimbabue y Sudáfrica, donde continuó los ataques. Un adolescente de 16 años, Rich Hutchings, murió horas después de llegar a un campamento de Smyth en 1982, generando cargos por homicidio involuntario desestimados.
Encubrimiento Institucional
El Informe Makin (2024) expuso una "conspiración de silencio" en la Iglesia de Inglaterra, que minimizó denuncias desde 2013 pese a que figuras como el arzobispo Justin Welby—quien trabajó en Iwerne—fueron alertadas tempranamente. Welby dimitió en noviembre 2024 bajo presión del Sínodo General, reconociendo fallos institucionales que protegieron a Smyth y fallaron a las víctimas.
Testimonio de la Hija
Rugg, de 47 años, lidia con "culpa por asociación" al asimilar la verdad gradualmente, destacando cómo el encubrimiento eclesial prolongó el horror; su revelación reciente subraya la necesidad de accountability en instituciones religiosas. La Iglesia enfrenta demandas continuas y escrutinio, con obispos como Helen-Ann Hartley exigiendo reformas más allá de renuncias individuales.
