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El papa León XIV ha mostrado un interés constante por la crisis venezolana y su impacto humano, especialmente desde los años en que, como obispo en Chiclayo,

 





El papa León XIV ha mostrado un interés constante por la crisis venezolana y su impacto humano, especialmente desde los años en que, como obispo en Chiclayo, acompañó de cerca el éxodo de venezolanos que llegaron al Perú en busca de refugio y oportunidades. Esa experiencia pastoral marcó su sensibilidad frente a los migrantes y explica que siga con atención la actual tensión entre el gobierno de Nicolás Maduro y la administración de Donald Trump en Estados Unidos.

Seguimiento cercano desde el Vaticano

En el contexto de crecientes tensiones políticas y diplomáticas entre Caracas y Washington, León XIV se mantiene puntualmente informado sobre el deterioro de la situación económica, social y humanitaria en Venezuela. De acuerdo con fuentes eclesiales, el Papa ha pedido reportes periódicos sobre la conflictividad interna, las sanciones internacionales y su efecto en la población más vulnerable. Ese seguimiento incluye especial atención al destino de los migrantes y refugiados venezolanos dispersos por América Latina y Estados Unidos, así como a los riesgos de escaladas que puedan derivar en violencia abierta.

El Vaticano refuerza su tradicional línea de buscar soluciones pacíficas y negociadas, evitando alinearse con bandos políticos concretos, pero insistiendo en el respeto a los derechos humanos, la institucionalidad democrática y la protección de la población civil. León XIV, con su énfasis en una “Iglesia de la escucha”, ha recibido a obispos y laicos venezolanos para conocer directamente testimonios de persecución, pobreza y rupturas familiares causadas por la crisis.

Rol del nuncio Alberto Ortega en Caracas

Una pieza central en este entramado diplomático es el nuncio apostólico en Caracas, el arzobispo Alberto Ortega, quien funge como representante directo del Papa ante el gobierno de Maduro y la Conferencia Episcopal Venezolana. Ortega mantiene un diálogo constante con los obispos locales para evaluar abusos, tensiones con las fuerzas de seguridad, situación de los presos políticos y restricciones a la libertad religiosa o de expresión.

Al mismo tiempo, la nunciatura en Caracas sostiene canales formales e informales con las autoridades venezolanas, buscando rebajar la confrontación y propiciar gestos de distensión, como liberaciones parciales de detenidos, garantías mínimas en procesos electorales o permisos para la labor humanitaria de Cáritas y otras organizaciones. Los reportes que el nuncio envía al Vaticano sirven de base para las intervenciones públicas y los llamados del Papa a favor del diálogo y la reconciliación.

Influencia de la Iglesia venezolana en Roma

La Iglesia venezolana tiene una presencia relevante en la estructura de la Santa Sede, lo que incrementa su capacidad de incidir en la agenda vaticana sobre la crisis del país. Una figura clave es el arzobispo Edgar Peña Parra, sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, considerado uno de los cargos más influyentes en la curia por su cercanía operativa con el Papa. Desde esa posición, coordina buena parte de la información que llega desde Caracas y otros países implicados, y participa en el diseño de eventuales iniciativas de mediación.

Gracias a esa presencia, las preocupaciones y propuestas de la Conferencia Episcopal Venezolana tienen un acceso ágil a los niveles más altos de decisión en Roma. Este vínculo también facilita que el Vaticano monitoree el impacto regional de la crisis, especialmente en países que han recibido grandes flujos migratorios, y que se valoren posibles foros de mediación en los que la Santa Sede pueda actuar como garante o facilitador.

Diálogo, mediación y límites de la Santa Sede

La estrategia vaticana, respaldada por León XIV, se centra en promover salidas pacíficas, el reconocimiento mutuo entre actores políticos y la búsqueda de acuerdos mínimos que eviten una confrontación directa entre Venezuela y Estados Unidos. Sin embargo, la Santa Sede es consciente de los límites de su influencia cuando las partes mantienen posturas irreconciliables o instrumentalizan cualquier mediación con fines propagandísticos.

En este escenario, el Papa insiste en mantener abierta la posibilidad del diálogo, incluso cuando las negociaciones formales se estancan. Al mismo tiempo, respalda el trabajo de la Iglesia local que denuncia violaciones de derechos humanos, acompaña a las víctimas y sostiene redes de ayuda alimentaria y sanitaria. Así, el rol de León XIV combina una diplomacia discreta con una presencia pastoral activa, intentando que, pese a la tensión entre Maduro y Trump, prevalezcan las vías políticas y humanitarias sobre la lógica del enfrentamiento.

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