Cuando la espeleóloga rusa Yekaterina Katiya Pavlova asomó la cabeza por la estrecha grieta en la cueva de Tlayócoc, en las montañas del estado de Guerrero, su primera reacción fue de desconcierto. Lo que distinguió entre las sombras le pareció, en un primer momento, basura abandonada por algún visitante descuidado.
Sin embargo, al examinar con mayor detenimiento, comprendió que se encontraba ante algo extraordinario: un hallazgo arqueológico excepcional que había permanecido intacto durante al menos cinco siglos. Se trataba de un conjunto de 14 objetos rituales vinculados con ceremonias de fertilidad del extinto pueblo tlacotepehu, dispuestos cuidadosamente sobre estalagmitas, según informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH).
El descubrimiento arqueológico en la cueva de Tlayócoc
El descubrimiento se produjo en septiembre de 2023, durante una exploración conjunta de Pavlova y el guía local Adrián Beltrán Dimas en esta caverna ubicada a 2.387 metros sobre el nivel del mar, en las proximidades de la comunidad de Carrizal de Bravo.
La cueva de Tlayócoc –cuyo nombre en náhuatl significa "cueva de los tejones", según informa el INAH– es conocida localmente como fuente de agua y guano de murciélago. Durante siglos había permanecido prácticamente intacta, posiblemente protegida por las creencias populares sobre los "malos aires" que, según la tradición, podrían estar en su interior.
Hallazgo de objetos prehispánicos
La travesía hacia el descubrimiento no fue sencilla. Después de avanzar unos 150 metros dentro de la cueva, los exploradores encontraron un pasaje sumergido con apenas 15 centímetros entre el agua y el techo.
"Me asomé y parecía que la cueva continuaba. Había que contener la respiración y sumergirse un poco para pasar. Adrián tenía miedo, pero el agua era lo suficientemente profunda y yo crucé primero para demostrarle que no era tan difícil", relató la espeleóloga, según el comunicado del INAH.
Al internarse en una cámara más amplia, los exploradores encontraron dos estalagmitas retocadas a mano –con un acabado esférico– y sobre ellas, tres brazaletes de concha cuidadosamente colocados.