Nicolas Sarkozy, liberado tras tres semanas en prisión: "Mi energía se centra en probar mi inocencia" en medio de un escándalo que sacude a la política francesa
París, 11 de noviembre de 2025 – El expresidente francés Nicolas Sarkozy abandonó este lunes la prisión de La Santé en París, apenas 20 días después de ingresar para cumplir una condena de cinco años por conspirar en la financiación ilegal de su campaña presidencial de 2007 con fondos del régimen libio de Muammar Gaddafi. La Corte de Apelaciones de París autorizó su liberación bajo estricta supervisión judicial, en vísperas de un proceso de apelación previsto para marzo de 2026. A sus 70 años, Sarkozy se convierte en el primer exmandatario francés en pisar la cárcel desde la Segunda Guerra Mundial, un hito que ha reavivado debates sobre la igualdad ante la ley en la élite política gala.
Sarkozy, quien gobernó Francia entre 2007 y 2012, compareció por videoconferencia ante el tribunal desde su celda en el ala de aislamiento –conocida como la "zona VIP" por albergar a figuras de alto perfil como el exdictador panameño Manuel Noriega–. Durante la audiencia, el exlíder centroderechista describió su encierro como "una pesadilla" y "duro, muy duro", aunque elogió la "humanidad excepcional" del personal penitenciario, que según él hizo "soportable" la experiencia. Reveló que, por temor a sabotajes de otros reclusos, se alimentó casi exclusivamente de yogures durante las tres semanas, rechazando otras comidas. Tras la decisión judicial, que se tomó menos de hora y media después de la deliberación, Sarkozy salió de la cárcel custodiado por su equipo y regresó a su residencia en el oeste de París, donde lo esperaban su esposa, la supermodelo e intérprete Carla Bruni-Sarkozy, y sus hijos Jean y Pierre, quienes lo acompañaron en la corte.
La liberación no anula la condena, sino que la suspende temporalmente. Bajo control judicial, Sarkozy está prohibido de abandonar Francia, contactar a testigos o implicados en el "dossier libio" –incluidos aliados políticos–, y tampoco puede comunicarse con empleados del Ministerio de Justicia. Esta última restricción surge de una polémica visita que el ministro de Justicia, Gérald Darmanin –un antiguo colaborador y amigo de Sarkozy–, le hizo en prisión el 28 de octubre. La acción generó críticas por posible conflicto de intereses y motivó una denuncia de 30 abogados franceses contra Darmanin. Los fiscales, paradójicamente, solicitaron la libertad condicional, argumentando que el encarcelamiento no era "justificado" en esta etapa procesal.
El origen del escándalo: fondos libios y favores políticos
El caso se remonta a una investigación iniciada en 2013, tras la caída de Gaddafi en 2011, cuando Libia denunció que el régimen había entregado unos 50 millones de euros a Sarkozy para impulsar su candidatura presidencial en 2007, a cambio de concesiones diplomáticas y económicas favorables a Trípoli. La justicia francesa lo condenó en septiembre de 2025 por "asociación ilícita", considerándolo culpable de un esquema de corrupción que involucraba a intermediarios como el empresario franco-libanés Ziad Takieddine, quien inicialmente testificó haber entregado maletines con dinero en efectivo en la sede del partido de Sarkozy, aunque luego retractó sus declaraciones.
Sarkozy siempre ha negado los cargos, calificándolos de "absurdos" y "políticos". "Nunca tuve la idea loca de pedirle dinero a Gaddafi, y jamás admitiría algo que no he hecho", declaró ante el tribunal este lunes. En un mensaje publicado en su cuenta de X (antes Twitter) horas después de su salida, el exmandatario reiteró su posición: "Mi energía está centrada únicamente en el objetivo de demostrar mi inocencia. La verdad triomphará. Es una evidencia que la vida enseigne. La fin de l’histoire reste à écrire" (en francés, con traducción al español). El post, que acumuló miles de interacciones en pocas horas, también expresó gratitud a sus miles de seguidores por su apoyo durante el encierro: "Vuestros testimonios me han conmovido y me han dado fuerza para soportar esta prueba".
Su equipo legal, liderado por el abogado Christophe Ingrain, celebró la decisión como "un paso adelante" y prometió preparar una defensa "sólida" para la apelación. Antes de ingresar a prisión el 21 de octubre –un día después de la confirmación de la sentencia–, Sarkozy había afirmado ante los periodistas: "Si quieren absolutamente que duerma en prisión, dormiré en prisión. Pero con la cabeza en alto". Llevó consigo tres libros simbólicos: dos volúmenes de El conde de Montecristo de Alexandre Dumas y una biografía de Jesucristo, en un guiño a su percepción de injusticia y redención.
Un expresidente marcado por la justicia
Este no es el primer roce de Sarkozy con la ley. Desde que dejó el Elíseo en 2012, ha enfrentado múltiples indagatorias: en diciembre de 2021 fue condenado a tres años de prisión (dos bajo brazalete electrónico) por intentar sobornar a un magistrado para obtener información confidencial en otro caso de corrupción. En 2023, una corte anuló parte de esa sentencia, pero el daño a su imagen persiste. Historiadores lo comparan con Philippe Pétain, el colaboracionista de la era nazi encarcelado en 1945, como el único precedente de un exlíder francés tras las rejas.
Durante su breve estancia en La Santé –un histórico penal del siglo XIX–, Sarkozy gozó de privilegios por seguridad: celda individual con cama metálica, escritorio, nevera pequeña, hornillo eléctrico, televisor (por 14 euros mensuales), ducha y teléfono fijo para llamadas autorizadas. Pasaba una hora diaria en un patio aislado para ejercicio, sin contacto con otros presos, y dos guardaespaldas ocupaban celdas adyacentes ante amenazas recibidas. A pesar de las comodidades, el aislamiento lo afectó profundamente, según sus propias palabras.
Reacciones y ecos en la política francesa
La noticia ha polarizado a Francia. Apoyadores de Sarkozy, como sectores de Los Republicanos (su antiguo partido), la ven como una "victoria contra la judicialización de la política", mientras que opositores de izquierda y ecologistas la critican como prueba de "dos velocidades" en la justicia: "Los poderosos salen impunes", tuiteó un diputado de La Francia Insumisa. En redes sociales, el hashtag #LibérezSarkozy acumuló decenas de miles de menciones, con memes comparándolo con Jacob Zuma en Sudáfrica o incluso con figuras bíblicas.
Internacionalmente, el caso revive sombras sobre las relaciones franco-libias de la era Sarkozy, quien impulsó la intervención militar en Libia en 2011 que derrocó a Gaddafi –un giro irónico, ya que el dictador era su presunto benefactor años antes. Analistas ven en la apelación una oportunidad para que Sarkozy, aún influyente en círculos conservadores, intente un "regreso" simbólico a la arena pública, aunque su edad y los múltiples frentes judiciales lo complican.
Mientras Sarkozy se enfoca en su defensa, el "dossier libio" sigue abierto, con posibles ramificaciones para otros políticos de la época. La verdad, como él mismo dice, "aún está por escribirse". Por ahora, el expresidente recupera su libertad, pero con el peso de una apelación que definirá su legado.
